El choclo es un alimento que está en la mesa de todos los peruanos. No distingue clases sociales. Está presente en un modesto plato familiar o en los platos de exclusivos restaurantes. Es un excelente acompañante para una gran variedad de platos. Aquí Gastón Acurio nos presenta una anécdota familiar sobre el choclo:
EMPEZO LA TEMPORADA DE CHOCLO SERRANO. YEHHHHH.
Por Gastón Acurio
Mi padre nacio y vivió su infancia en el Cusco. Su padre era de maras,
su madre de Larata en Apurimac, un fundo familiar en el que se cosechaba
y producia de todo: caña de azucar en las partes mas bajas, queso y
mantequilla del ganado que pastaba libremente, papas y maiz en las
partes mas altas.
Cuenta mi padre que en la mesa familiar, al almuerzo la vida transcurria siempre con una sopa, un plato principial y un postre. Pero ademas, durante los meses de abril a noviembre, nunca podia faltar una fuente grande de mote, un maiz de grano grande de sabor delicioso, otra de queso, pan, mantequilla y papas.
Todo esto cambiaba cuando llegaba diciembre. El mote era sustituido por enormes mazorcas de choclo tiernito, llegadas de los fundos amigos de Urubamba y Yucay.
Lo más bonito de esta historia que mi padre cuenta es que mi abuela, cada dia armaba una enorme mesa. En ella se sentaba, mi abuelo, mi abuela, sus hijos y los amigos de sus hijos que no tuvieran la oportunidad de disfrutar almuerzos abundantes en productos y en amor, que la verdad en aquellos tiempos no eran pocos.
Tremendos abuelos.
Cuenta mi padre que en la mesa familiar, al almuerzo la vida transcurria siempre con una sopa, un plato principial y un postre. Pero ademas, durante los meses de abril a noviembre, nunca podia faltar una fuente grande de mote, un maiz de grano grande de sabor delicioso, otra de queso, pan, mantequilla y papas.
Todo esto cambiaba cuando llegaba diciembre. El mote era sustituido por enormes mazorcas de choclo tiernito, llegadas de los fundos amigos de Urubamba y Yucay.
Lo más bonito de esta historia que mi padre cuenta es que mi abuela, cada dia armaba una enorme mesa. En ella se sentaba, mi abuelo, mi abuela, sus hijos y los amigos de sus hijos que no tuvieran la oportunidad de disfrutar almuerzos abundantes en productos y en amor, que la verdad en aquellos tiempos no eran pocos.
Tremendos abuelos.
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